sex videos
clothed whore gets fucked. porn-of-the-week.com guy worship feet to three secretaries.
sexdiver.net
You are here

El trabajo es un juego infinito

Las diferentes etapas de la vida se han concebido desde un ángulo productivista: aprendemos, producimos y descansamos. Cada etapa corresponde a una edad de la vida: juventud, edad adulta y vejez. El trabajo, aunque su etimología es discutida, evoca una idea de sufrimiento en tiempos en que los que trabajaban duro eran esclavos, mientras que la aristocracia, ateniense o romana, estaba exenta del trabajo manual. Hoy vivimos en un paradigma diferente.

El trabajo se convertirá en patrimonio de las élites

El trabajo es cada vez más complejo. Los primeros afectados por el desempleo son las clases trabajadoras. En el caso de la industrialización de tercer nivel (como la que se observa actualmente en los países más industrializados), cuanto más se industrializa, mecaniza, automatiza, robotiza, mejora sus procesos y se dota de inteligencia artificial, menos acceso al trabajo tienen las clases históricamente trabajadoras. La creciente escasez de trabajo va acompañada de la exclusión sistemática de quienes menos han accedido a la educación superior.

El trabajo se convierte en ocio

La palabra escuela viene del griego “σχολή” (skholế, que significa ocio o tiempo libre). Histórica y etimológicamente la escuela es donde se va cuando no se trabaja. Gracias a que estaban exentos de trabajos duros (la artesanía no se consideraba como tal), los ciudadanos atenienses tenían acceso a la educación. Hoy es casi al revés: debido a que el mundo laboral es el centro de los nuevos avances tecnológicos, aprendemos mejor ejerciendo una profesión. El mundo del trabajo se ha convertido en la escuela y, por razonamiento deductivo de su etimología, el trabajo se ha convertido paradójicamente en una actividad de ocio.

El trabajo se ha convertido en un juego infinito

Como recordatorio, un juego infinito es aquel que no tiene reglas claras, ni un número fijo de jugadores, ni un objetivo claramente definido que no sea seguir jugando, lo que lo distingue de los llamados juegos finitos. Hasta hace poco, el trabajo era un juego finito: tenía un principio (el comienzo de la vida adulta), un final (el comienzo de la jubilación) y un objetivo (financiar la vida adulta y la jubilación). Hoy en día, el trabajo ha cambiado tanto que se ha convertido en un juego infinito. Su finalidad no está claramente definida y su duración y condiciones son igual de cambiantes. El objetivo del trabajador parece ser seguir trabajando.

El aprendizaje es infinito

Para aprender, hay que trabajar. Podemos especular que en el futuro, digamos en los próximos cuarenta años más o menos en lo que se refiere a los países desarrollados, el trabajo se convertirá en una opción. Esto ya es más o menos así, como ya se ha dicho: las clases trabajadoras tienen menos acceso al trabajo y los jóvenes estudian cada vez más tiempo, lo que les aleja del trabajo al principio de sus carreras. Los cambios sociales serán de otro orden. La riqueza global producida en los países desarrollados aumentará sin que aumente la contribución del trabajo humano. De hecho, disminuirá. El resultado será el advenimiento de una sociedad en la que una parte importante de la población no tendrá acceso al trabajo, aunque sea más rica.

El trabajo o el fin de un opio

Si durante mucho tiempo la religión fue el opio del pueblo, hoy es el trabajo el que desempeña este papel. El trabajo nos da sentido, identidad, estatus, etc. Todas estas cosas tendrán que obtenerse en otra parte en el futuro, cuando el trabajo deje de ser la norma.

Construir una nueva sociedad

Como habrá deducido, el mundo del mañana estará un tanto desprovisto de trabajo, que se confiará masivamente a las máquinas y a la inteligencia artificial. Sin embargo, la vida no habrá perdido su sentido, y los seres humanos seguirán necesitando estatus, reconocimiento y organización social. Es cierto que el trabajo desempeña hoy este papel, mientras que antes era la religión la que cumplía esta misión. Seguiremos existiendo y nuestra existencia no estará bajo el prisma de la productividad, o eso creo yo. Algunos piensan que una carrera por el rendimiento cognitivo dará lugar a humanos biónicos con inteligencia potenciada. Yo creo que el sentido y la misión del hombre están en otra parte. El hombre es una entidad espiritual y profundamente social. Creo que el hombre construirá una sociedad basada en la armonía (preservando los ecosistemas y los lazos familiares) en la que tendrá un papel que desempeñar. El futuro lo dirá y la mayoría de nosotros estaremos allí para verlo.

Un futuro más oscuro: el cuestionamiento del valor humano

Algunos afirman (cf. el Dr. Laurent Alexandre en su libro, la guerre des intelligences) que los avances de la inteligencia artificial pronto dejarán obsoletas las capacidades de la inteligencia humana. Con ello, la utilidad del ser humano desde el punto de vista de la civilización quedará en entredicho. En resumen, las máquinas (los alumnos) habrán superado al ser humano (el maestro) y podríamos encontrarnos en una extraña situación en la que los seres humanos se vean esclavizados por sus propias creaciones, como a veces les ocurre a los padres con sus propios hijos. Si el sentido de la civilización sólo se ve a través del prisma de la tecnología, es evidente que la humanidad en su conjunto está amenazada. Sin embargo, si existen salvaguardias contra la supremacía de las IA y si el significado de la civilización es la armonía, entonces todavía habrá un lugar para el hombre en el futuro. Los fundamentos de una civilización armoniosa emancipada del prisma único de la tecnología serán la espiritualidad (que puede definirse como la herramienta para desarrollar las cualidades nobles de todo ser humano) y la preservación de la naturaleza.

Related posts

Deja un comentario